un grito marca las horas del suelo a ciegas
el día más viejo del terreno de su oído
No busques comprensión no esperes compasión
silencio aplastador
de su jugo y sangre, asco
salivas y torrente blancos huertos de los bucles: ¡Muerte al mirador!
nunca tendrán bastante
doblan los ojos el silbido de espanto
vuelve la ola a poner una trampa al oído
la brújula se infla en una flor de horquillas contrae viento, y se desarma
el soplo en la plata alcanza la noche salpicando como un juego; al pulir Pietro volcó de la almohada despertando a sus padres
hasta llenar la sombra de los pasos
Por debajo de la cama enlazada como plata de cuevas y estanques