a cambio de todo no recibes un individuo
tú siempre estarás esparcido
no te recibes
ni el mínimo sí ello es farsa

sonaba especial la ventolera arraigada
al horizonte asiático de la quimera, como un niño robado
a mí, que se me nublaban los ojos, no había manera de atajarme
y hay todavía un error, una soberbia y la sonrisa de Goethe

dónde está el cielo que yo habré tocado herramientas pobres y rojizas
usándolas raro hacía objetos inútiles
rasgaba las plantas..

desde la perspectiva en que no hay materia
el redondo, aquel hombre que sabía que fingía que no
que bien y mal fingía
porque sabía

para perderme donde decidan en el quieto bosque, la grieta luminosa
la palabra del inspirado
ante el hijo, ante el que aprende
y este nuevo da otro paso

la mirada ajena, la conciencia es quien divide
una mirada ajena, allí más realidades extrañas

la hoja desvanecida en azul
un tenue brillo exhalado

sale del templo un brazo a cogerme
el ala predispuesta
a la izquierda

un mundo satisfecho de giros, ese trapito destrozado
ahí una textura ácida, una dulce
una exenta..

no puedo imitar al violín de ese tiempo
mientras los cipreses yacían hiriendo un poco el césped
dos bromas aladas brotando en la magia

la partida marca ese instante

daban la vuelta como llueve la vista que va viniendo
llevando un candor extraño
que nos olvida

desde que ese extraño vino las luces se entienden de manera agradable a la vista

el que fuese alicaído, tal como estaba el ojo
mostraba su rotación olvidándose
la lluvia, tal como estaba, sonaba el pozo suplente
abriendo su gracia: florecillas encantadas

no dormíamos ante estas vértebras
que sostenían el deseo del ser así asombrándonos
como nos asombra

quién es quien
hace la pregunta, la vacuidad interesante
de la ensoñación historia de ti encaramada afuera
el instante del desenfreno plano
la planicie de una esfera

habrás hablado algo y yo te devoraré con estas cruces multicolores y leónidas
con estas fauces tácitas
ahora que estarás pensando que era nimio, chiquito, raro...
y el sonido evocador del silencio
el eco de la clave
la clave hueca, más si cabe, dos veces vieja
lo que despeja y atrae
y aleja
está en el reflejo

la insigne estirpe de la amapola
una mano exhalando el último hueso al elevar el pétalo
y allí, hay otra

dicen que con esas inteligentísimas melenas violáceas, púrpuras y rojas
honraríamos decentemente

este encuentro alegre, la personilla desvanecida en la alucinación misteriosa
una adrenalina madre y su hija

sería el cúmulo de lanzas colocándose blancamente
sarta de transgresiones sutiles, amorosas
rodando la honradez de la bestia acuífera, una ola infame
sobrepasada en deberse a
una ninfa esfinge exaltada armoniosamente
como las demás, brincando ellas
en el baile nuevo

no es que estuviéramos marchitos del todo
había otras maneras

bullíamos indecisos atravesando el marmóreo señuelo
nunca he estado seguro pero ya quiero decir
y así me nombro, desvelo que
me arropo en mi cosa

(...)

ser el no ser, pensando que se va a ser lo que está luego
de pensarse