Endiablada la viga en su repetida consecución
contonea la piel de la manzana
Suenan los golpes de tiempo
Las varas plateadas
La campanada del instante
desatamos las cuerdecitas del paquete
ahuecamos sus alas con este suave tirón
Adiestrado el día nos abrimos como ulular de búho
deconstruimos, a partir de aquí, hacemos
Desde el impulso la energía disiente en reflexión propia
sobre el extraño elemento más hijo que demonio
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