siempre se dormía
el sueño era como aquel teatro extrañísimamente cuidado
escondidito en un rincón de la fiesta de las armas
bañaba sus manos en el aparecer de la delicadeza
tenía un gran espejo ubicado en el reflejo de una lluvia quieta
las gotitas exasperadas
cada una
ese delicadísimo teatro
entrábamos las dos
mientras ella descansaba intencionadamente yo hablaba sin parar
desmembrada del foco
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