sonaba especial la ventolera arraigada
al horizonte asiático de la quimera, como un niño robado
a mí, que se me nublaban los ojos, no había manera de atajarme
y hay todavía un error, una soberbia y la sonrisa de Goethe
dónde está el cielo que yo habré tocado herramientas pobres y rojizas
usándolas raro hacía objetos inútiles
rasgaba las plantas..
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