acaecía sobre la hoja
espantada en la terraza somñolienta y trágica, recogida
tensada de abatimiento afín al arco quebrado
menos de la mitad, un cuartito
que la lámpara doraba según el ruido verde y una sola ventana
desde donde sentarse afuera
las fauces cadavéricas labrando el tiempo
los pies al rincón
al rincón, los pies...
es oscuro y no lo veo, allá quiero ver
desde el altar denso por donde se acabará pasando
el reflejo parece ceñirse, a la par
la tierra anhela el vuelo
desciende y sobre la forma, las garras, la pelambre
ninguna de las dos mientras se iban olvidando
arrepintiéndose de no haber estado
la espectral figura que tenía dos padres hermosos
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